Al terminar la Segunda Guerra Mundial, las dos potencias vencedoras disponían de una enorme variedad de armas, muchas de ellas desarrolladas y mejoradas durante el conflicto.
No obstante, la desigualdad resultaba patente, o por lo menos eso les parecía a los estadistas. Antes de la
Para la URSS, más problemático aún que la falta de portaaviones, era la falta de una red mundial de bases de aprovisionamiento abiertas durante todo el año. Mientras que Estados Unidos podía atracar sus buques en Nápoles, Rota, Hawai, Filipinas y muchos otros puertos más, la Unión Soviética no podía sacar sus barcos de puertos propios durante varios meses al año, pues sus puertos o estaban helados, o podían ser fácilmente bloqueados por los aliados. Era el caso de la flota del Mar Negro, que debía atravesar los 35 kilómetros del estrecho del Bósforo, que Turquía podía bloquear fácilmente.
En la aviación convencional, tanto en número como en calidad, los nuevos cazas y bombarderos soviéticos, no solo estaban a la altura, sino por encima de los occidentales, los aviones bombarderos Tu-4 lanzaron la primera Bomba Atómica Soviética. Pese a que el Pentágono siempre afirmaba poseer aparatos superiores a los de cualquier otro país, los enfrentamientos vividos durante la Guerra de Corea, Guerra de Vietnam y posteriormente, en la Guerra de la Frontera demostraron la igualdad, cuando no la superioridad, de los aviones soviéticos
Número de cabezas nucleares de ambas superpotencias. Observése la abrupta escalada alrededor de la década de 1960
Pero eran las denominadas armas no convencionales las que llamaban poderosamente la atención: más poderosas, eficientes, difíciles de fabricar y extremadamente caras. La principal de estas armas era la bomba atómica. Al principio de la Guerra fría solo EE.UU. disponía de estas armas, lo que aumentaba significativamente su poder bélico. La Unión Soviética inició su propio programa de investigaciones, para producir también tales bombas, algo que consiguió en cuatro años; relativo poco tiempo, ayudándose de espionaje.
En un principio, Estados Unidos centró sus investigaciones en perfeccionar el vector que transportara las bombas ; pero fue cuando se supo que Moscú había detonado su primera bomba nuclear de fisión, cuando se dió luz verde al proyecto para fabricar la bomba de hidrógeno, arma que no tiene límite de potencia conocido.
Esta carrera armamentística fue promovida por el llamado Equilibro de Terror, según el cual, la potencia que se colocase al frente en la producción de armas, provocaría un desequilibrio en el escenario internacional: si una de ellas tuviera mayor número de armas, sería capaz de destruir a la otra. No obstante, ya en el siglo XXI fuentes como The Times consideran que el esfuerzo soviético no se encaminó a superar al otro adversario, sino a alcanzarlo para, seguidamente, obligarlo a poner en práctica una estrategia defensiva no ofensiva arrebatarle cuantos aliados pudiese conseguir.
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